viernes, 15 de marzo de 2019

La princesa guerrera

Continuando con las tareas de mi curso, toca ahora añadir un cuento inventado en el que los estereotipos estén eliminados, de manera que aqui os dejo mi pequeño relato.

“LA PRINCESA GUERRERA”

Érase una vez en un reino no muy lejano, había una princesa cuyo cometido esa defender al reino de los dragones que habitualmente atacaban a los ciudadanos. Esta princesa guerrera vestía con armadura brillante y siempre al galope de su hermosa y fuerte yegua.

En este reino también vivía un señor de la nobleza con sus hijos y un hijastro de su último matrimonio con una noble bastante adinerada, y que desafortunadamente falleció. El pobre chico quedó desvalido y sólo con su padrastro y hermanastros.
Juan, así se llamaba el chico, le encomendaron las tareas de la enorme casa, encender la chimenea, ir a por leña al bosque,… Mientras sus hermanastros disfrutaban de paseos, fiestas, clases de piano, baile,…
Uno de los días que fué al bosque a recoger leña se tropezó y se hizo daño en el pie, no se podía mover y empezó a gritar para ser socorrido.
Afortunadamente en ese momento pasaba la princesa Isabel, la cual escuchó muy a lo lejos las voces de Juan pidiendo auxilio. Siguiendo la voz de Juan consiguió llegar hasta él. Resultado de imagen de dibujo de un bosque

Juan le contó cual era su situación, y la princesa sorprendida le dijo que tenía que poner fin a esa situación, que todos somos iguales y que en su casa todos tenían que trabajar por igual. Subió a Juan en su yegua y lo llevó a su casa.
Los hermanastros y el padrastro cuando vieron llegar a Juan con Isabel “la princesa guerrera” se pusieron muy celosos y le prohibieron salir, ni siquiera para buscar leña.


En los días siguientes Isabel iba por el bosque para ver cómo se encontraba Juan pero éste no aparecía y decidió ir a buscarlo, pero le prohibieron el paso y no pudo verlo.
La princesa sin cesar en su empeño, por la noche volvió a la casa y empezó a cantar como un búho, sonido al cual salió Juan a su ventana. La muchacha consiguió trepar hasta llegar a él. Mantuvieron una conversación en la que planearon la escapada de Juan.
En los días siguientes Juan, cada vez que lavaba la ropa, guardaba una sábana con el objetivo de amarrarlas a modo de cadena, tirarlas por la ventana y escapar al galope con Isabel.
Por fin fijaron el día de la escapada. Era una noche perfecta en la que apenas se veía la luna, una noche oscura, en la que sólo los ojos de los animales del bosque ponían un poco de luz. Juan ató todas las sábanas y esperó al sonido del búho y en ese momento lanzó el cordel de sábanas y descendió por ellas. Abajo lo esperaba Isabel con su yegua y los dos se fueron galopando sin mirar atrás.
De esta manera Juan quedó liberado y fueron muy felices. 






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